23/8/07 Adentrándonos en la gran sabana
Desayuno espectacular en el Crater Lodge. Uno no se cansa nunca de ver la vista del cráter desde el anillo. Cuando me he levantado he salido al balcón de la habitación, asustando a unas cebras, y con los prismáticos ya veía algunos coches deslizarse diminutos no lejos del lago. La mañana se ha presentado heladora.
Bajando de Ngorongoro a Serengeti hay unos valles alucinantes. Hay varias manyattas masai encajonadas en esos parajes yermos y heladores. No en vano la altura ronda los 2.400m. En uno de esos valles encontramos un grupo de unas 30 avestruces jóvenes. Como suele ser habitual, según bajamos en altura encontramos grandes grupos de jirafas, que como no pueden bajar al cráter. Al acercarnos a Ndutu la temperatura va subiendo y nos sobran forros polares y jerseys. Al llegar al valle del Rift el calor se hace latente y los caminos polvorientos.
La primera parada es en la garganta de Oldupai. Aquí los Leakey, la célebre familia de antropologos, efectuaron importantes y pioneras excavaciones arqueológicas. Entre otros muchos descubrimientos, hallaron un cráneo completo de homínido (australapithecus afarensis) , el más antiguo nunca encontrado en el Mundo, contemporáneo a la famosa Lucy de Etiopia. Por lo tanto es la cuna de la humanidad. Viendo el paraje, los antílopes que merodean y los pastores masais que por aquí deambulan, a uno no le cuesta imaginarse la escena de aquellos pequeños seres que daban sus primeros pasos en la Tierra. Me he acordado mucho de mi amigo José Yrabedra, experto zooarqueólogo, con quien debe ser una gozada venir por aquí.
Continuamos ruta y en lugar de tirar hacia la carretera principal, seguimos una buena pista paralela, con lo que evitamos mucho tráfico y polvo. Me asombra ver las llanuras de Ndutu con algo de verdor en esta época del año, en lugar del secarral que suele ser en agosto. Aún así no vimos nada más que unas pocas gacelas de Grandt. A uno le cuesta imaginar que es aquí donde en febrero y marzo tiene lugar la gran paridera de los ñues y las cebras. Hicimos una pequeña parada en las curiosas dunas móviles negras, que muy poca gente conoce, antes de afrontar la última gran recta hacia Naabi Hill, la puerta del Parque Nacional de Serengeti.
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