Ayer me desperté leyendo sobre la noticia de la muerte Gregoire, el chimpancé más longevo de África, a los 66 años de edad.
Este chimpancé congoleño era todo un símbolo para la protección y conservación de estos simios, ya que pasó 40 años sin luz solar en un zoo de Brazzaville, hasta que la célebre investigadora y conservacionista Jane Goodall lo rescatase en 1997 y lo llevase a un orfanatopara primates que su Fundación creó en Chipunga, Congo.
“Dado que era imposible dejar en libertad a ‘Gregoire’, ciego de un ojo, los protectores de los animales intentaron cuidarlo junto con los chimpancés huérfanos, mucho más jóvenes, que acoge la institución.
A pesar de ser macho, rápidamente se adaptó a su nuevo papel y se convirtió en un ayudante en la atención a los bebés de chimpancé.
Según la fundación, ‘Gregoire’ era muy querido. Sólo tenía un defecto: a las seis de la mañana despertaba a todo el hogar haciendo ruido con el recipiente de sus alimentos.”
Cuando leí la noticia, además de sentirlo por el viejo Gregoire, me acordé de unas fotos que había visto de mi amigo Victor de la Torre, con este simio durante su estancia en el Congo.
Victor tuvo las narices, por no decir otra cosa de, tras terminar una etapa de varios años con la Comisión Europea en Tanzania, cojer los bartulos y a su niña de 2 años y aceptar un trabajo precioso: Ser el director de un nuevo Parque Nacional en Congo, un santuario de chimpancés. Casi nada al aparato.
Cuatro años estuvo Victor en Tchimpounga, organizando un auténtico caos, creando proyectos de eco-turismo, conservación, ayuda a la comunidad, limpieza de playas y coordinando a un equipo de más de 70 personas.
Para Victor fue una experiencia apasionante y dura a partes iguales, con la dificultad añadida de trabajar sobre el terreno en un país muy complicado, con medios muy escasos, un clima y un medio difícil y con todo tipo de problemas en su día a día. Espero que un día se anime a escribir un libro sobre sus años en el Congo, estoy seguro que tendría material más que de sobra para ello, y sería una obra apasionante.
Hoy Victor continua en África, en otros nuevos y tremendos proyectos, dirigiendo un importantísimo programa de Cooperación y Ayuda al Desarrollo para Sudán, en lo que supone un ilusionante reto para él.
En estas fotos podéis ver a Victor y a la pequeña Cristina con Gregoire y un bebé chimpancé.
Por cierto, lo que la noticia no decía, y me han revelado mis fuentes, es que Gregoire fumaba, y fumaba mucho, ya que era la atracción del zoo y muchos visitantes le tiraban cigarrillos. ¡En realidad ha muerto de cancer de pulmón!
Fotos: Victor de la Torre, Vídeo: Fundación Jane Goodall
Canal Chimpancé