Ríos de tinta se han derramado sobre “el sueño de África, la llamada de África, o el mal de África”. Yo mismo he escrito sobre ello como tantos otros. Pero hoy no es el día de filosofar sobre el tema, sino de hablar sueños tangibles y sueños cumplidos, y no de aquellos que se quedan en el Limbo o flotan sobre nubes.
Impiripiri es un sueño que tiene muchos nombres propios, pero especialmente el de un hombre que tras viajar y volar por el Mundo durante muchos años, se apuntó con unos amigos a un viaje a Kenya en octubre de 2004. Inmediatamente se enamoró de esa tierra y comenzó a soñar, soñaba con Masai Mara, soñaba con los Masais y pronto esos sueños fueron dando forma a una idea: Conseguir un pedazo de tierra y construir allí un campamento, pero no un simple campamento sino El Campamento, un campamento de lujo africano y con un cierto toque español. Ese hombre es Pepe Serrano, y a ese primer viaje le sucedieron rápidamente otros para empezar a moldear su sueño y dar los primeros pasos.
Pepe contó entonces con los mejores consultores posibles, como Topo Pañeda, Milton Siloma (en los primeros tiempos, hoy en día desvinculados del proyecto) y Dixon ole Tura entre otros, quienes les aconsejaron con el dónde, cómo, con qué diseñador, etc.. El primer paso, gracias a los buenos contactos en la comunidad masai, fue conseguir la concesión de un terreno en Mara Este. Recuerdo reunirme con Pepe en mi despacho y hablar del proyecto, sacar el mapa de Mara y señalar ese punto como el ideal para hacer un nuevo alojamiento, y soñar con la idea que entonces parecía dificil y lejana. Pues precisamente allí, en un lugar privilegiado y sin otros alojamientos alrededor, al borde del Mara, casi con Tanzania y no lejos de la puerta de Ololamuitia, se consiguió firmar la concesión de Impiripiri. El sitio era idílico, tenía agua, tenía árboles con sombra, tenía una colina con una vista espectacular… Y el sueño ya tenía suelo y nombre.
Pepe contagió su entusiasmo y su idea a su hijo Jose, quien al finalizar sus estudios se trasladó a vivir a Kenya y comenzó en 2006 entonces la larga, farragosa, lenta y frustrante tarea de enfrentarse a la burocracia africana, y conseguir todos los permisos pertinentes, la colaboración de la comunidad masai, empezar a formar a los empleados y comenzar los proyectos de diseño y construcción del campamento. Desde ese punto cero, cualquier cosa suponía un problema, desde el agua para consumo humano, la electricidad, los caminos… Pero los Serrano no cejaron en su empeño, fueron sorteando obstaculos, invirtieron con convicción y no escatimaron en ningún detalle. Para tener un alojamiento de lujo en la sabana, operativo y que funcione hay que cuidar miles de detalles, desde el servicio a los sistemas de agua caliente, desde la cocina hasta los vehículos… una auténtica locura.
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