Cuando pensamos en África nos vienen a la cabeza muchas imágenes. Probablemente estás imágenes corresponderán a siluetas de elefantes, leones, jirafas, rinocerontes o cualquiera de estos míticos animales. Sin embargo para mi si hay algo evocador de África son las siluetas de sus árboles: Las acacias, en cualquiera de sus variedades, y sobre todo el baobab.
El baobab, el árbol del que nació el hombre (Peter Mathiessen dixit), esos viejos y enormes ancianos testigos mudos del paso del tiempo y de la Historia. El baobab, ese árbol que todos conocemos por el inmortal libro de Saint Exupery, El Principito y que tanta simbología tiene en muchas culturas africanas. Siempre se ha dicho en las leyendas locales que el baobab es especial porque crece al reves, ya que sus escasas hojas dan la sensación de que es un árbol con las raices en las ramas. Los baobabs ofrecen un paisaje africano por excelencia, propio de tierras algo más bajas que las de las grandes sabanas de Serengeti y Masai Mara. Y este paisaje es el impresionante encuadre del Parque Nacional de Tarangire.
El Tarangire está situado en el Norte de Tanzania, al Sur del cráter de Ngorongoro y muy cerca del lago Manyara. Forma parte por lo tanto del llamado “Circuito Norte” de Tanzania. Probablemente es el más desconocido, junto con el Parque Nacional de Arusha, de los Parques de dicho circuito. Llegar a Tarangire es un corto y cómodo viaje por buena carretera de algo menos de dos horas desde la ciudad de Arusha, la llamada capital de los safaris del Norte de Tanzania.
Tarangire es un Parque muy extenso, de aproximadamente unos 2.600 km². Sin embargo por lo general tan solo se visita la mitad Norte, ya que la mitad Sur es muy pantanosa y apenas hay pistas. El ecosistema de este Parque lo marca el río Tarangire, que lo cruza de Norte a Sur. La abundancia de agua en Tarangire hace que en la época seca atraiga a muchos animales de las zonas circundantes como las Reservas de Caza de Mto wa Mbu y Simanjiro. Se produce una pequeña migración, no tan grande como la del ecosistema Serengeti-Mara pero que hace que entre agosto a noviembre sean los meses más atractivos para visitar el Tarangire.
El paisaje, además de los ya mencionados baobabs, se caracteriza por ser suaves planicies arboladas, en las que además de baobabs hay árboles de ébano y caoba, albicias, tamarindos, higueras, acacias paraguas, candelarias y palmera de sabana. La vegetación es más abundante en las riberas del Tarangire, siendo muy característica esa combinación de palmeras y baobabs.
En cuanto a la fauna, si algo destaca de este Parque es la abundancia de elefantes. Además al ser tierras bajas y por tanto más calurosas, es posible ver leones descansando en las ramas de los árboles, algo que no es frecuente en la mayor parte de África. Además de jirafas, búfalos, leopardos, guepardos, impalas, cebras y otras especies habituales, es posible ver cierto tipo de fauna ausente en el resto del circuito Norte como el kudu menor, el orix o incluso el antílope sable. Siempre me ha llamado la atención cada vez que he ido la enorme cantidad de babuinos.
En estas zonas bajas sigue habiando mosca tse tse. Esto no debe asustar ya que en esta zona la enfermedad del sueño está erradicada y no hay nada que temer más que un molesto mordisco, ya que la tse tse no deja de ser un tábano. Es posible que al entrar al Parque por Kwa Kuchinja los rangers den un fumigado a las ruedas y carrocería del vehículo, pero no es más que un preventivo de distintas enfermedades que afectan a bóvidos como el búfalo.
En definitiva, en mi opinión Tarangire es un Parque imprescindible, obligado de visitar en su buena época si se desea hacer un safari por el Norte de Tanzania. Tiene una gran variedad de paisaje genuinamente africano y una atmósfera y sabor del que carecen otros sitios. Ver un gran grupo de elefantes refrescarse en el río… eso es África…
quiero la historia berdadera del baobab por que salen las raises por fuera